Entre las enormes rocas del Cañadón del Río Pinturas, justo donde nace la Meseta del Lago Buenos Aires, existe la evidencia más antigua de arte rupestre en la Patagonia. Alcé la mirada para apreciar los 100 mts de altura que tienen las paredes de piedra y el tiempo se detuvo. Supe de inmediato que estaba ante un mundo prehistórico; ante un contexto que insinuaba el sutil umbral entre vivos y muertos donde el pasado cobra vida y el presente es tan sólo un testigo. Un lugar donde el alma de los que ya vivieron encuentra su destino y los chamanes recuperan el aliento. Así fue. La Cueva de las Manos es esto y todo lo demás. Me desplomé cuando el negro humo milenario que forraba las paredes de la cueva convirtió el día en una noche ceremonial. Pronto miles de interrogantes empezaron a flotar en el aire. ¿Quiénes eran estos pobladores originarios del río Pinturas? ¿De dónde venían? ¿Cómo vivían? ¿Cuánto tiempo permanecieron aquí? …
Las pinturas más representativas de la cueva son siluetas de manos rojas, blancas, negras y ocres estampadas en las paredes bajo la técnica del negativo. Dicen los arqueólogos que hay tres periodos representados: de 9.300 - 7.300 AP (antes del presente), de 7.300 - 3.300 AP y de 3.300 - 1.300 AP. Estos dibujos están casi que sobrepuestos sincrónicamente de acuerdo con la época en que cada tribu ocupó la cueva. Muchos elementos se repiten en todos los periodos con algunos cambios en las técnicas y situaciones. Por ejemplo hay escenas de caza dinámicas en las que cazadores persiguen a sus presas y otras más estáticas donde los guanacos están solos y con el vientre abultado. Yo corrí junto a los guanacos para huir de la cacería mientras titubeaba para mis adentros: ¿no es éste el pueblo que creían desaparecido? Pues aquí está. Reconstruido. Con toda una serie de representaciones anecdóticas y figurativas de actores y costumbres: la caza con boleadoras, con lazo, con cercos humanos. Los choiques (ñandús) y huemules que rara vez rondaban la zona. Las precarias figuras geométricas de la tercera década. Las manos que para mí simbolizaban su quehacer diario y el continuo padecimiento con la fuerza de la naturaleza.
La técnica para hacer estas pinturas fue así: ponían la palma de la mano contra las paredes de la roca y con la ayuda de otro ‘pintor’ o incluso de su propia boca, soplaban colores por un tubo de hueso hasta que retiraban la mano. Otras figuras muestran trazos más firmes que seguramente fueron hechas con pinceles (isopos) empapados de pintura preparada a partir de pigmentos minerales y diluidos en agua para facilitar su aplicación (se desconoce si habían líquidos orgánicos en la mezcla). En otros dibujos en cambio se nota la falta de perspectiva artística y para mi sorpresa no hubo ninguna representación de actos sexuales. Poco antes de visitar la cueva me había cruzado con un antropólogo francés y éste me había advertido que buscara un unicornio rupestre. Él personalmente nunca había ido a la cueva pero sí escuchó sobre este mito. Unicornios y dragones son animales sagrados para mi así que me puse en la tarea de averiguar con los colonos de Perito Moreno (la ciudad, no el glaciar) sobre este mito pero nada, ni una sóla pista. Sin embargo encontré mi unicornio rupestre entre los dibujos y pedí un deseo como si la misión de mi visita se hubiera cumplido.
El paisaje del río Pinturas es arrollador y por demás paleolítico: 150 kms de sauces -introducidos- bordeando el río; arbustos de calafate acompañando el sendero y un clima sin viento donde crece vegetación típica de la estepa patagónica como pastizales y arbustos bajos. Nuevamente sentí la presencia de guardianes que custodian la zona y vi sus rostros perfilados en las escalofriantes rocas de grandeza inigualable. Pedí permiso a los guardianes para entrar en su vientre sagrado y al irme no olvidé agradecer al universo por regalarme aquel salto cuántico entre esta realidad y la que se esconde detrás de cada mano.
Nueve milenios antes del presente, un pequeño grupo de cazadores habría ocupado esta cueva aprovechando los recursos que brindaba la cuenca del río Pinturas. Sabemos por los dibujos que su principal sustento fue el guanaco, pero sigue siendo un completo enigma cómo se llamaban estos pobladores porque no existía escritura alguna. Creo que es justamente esto lo que mantendrá perenne su misterio pues aunque para el hombre 'moderno' parece una urgencia nombrar todo, en verdad la vida va demostrando que lo mejor siempre será innombrable.
NOTA: El tour oficial de turismo no tiene entrada a la cueva ni cercanía a las pinturas.